Arquitecto: Doménech y Montaner
Dirige: Llimona
Año de construcción: 1893
Periodo: Modernismo
Luis Doménech y Montaner proyectara la reforma del cementerio integrando la las ruinas de la antigua ermita gótica en su estructura y proyectando una nueva cerca plagada de elementos pintorescos (pináculos, cruces patadas, arco de acceso).
Como creación paisajística, el proyecto de Domench, pretende enfatizar su aspecto de ruina, recortando sus perfiles con la inclusión de la escultura del Ángel Guardián de Jose LLimona (1894-1985), realizada en mármol y situándola sobre los muros en la nave de la antigua iglesia. Además Domench proyecta, para el cementerio, el panteón de familiar de D. Joaquín del Piélago, con la lápida sobre la ola retorcida por el latiguillo modernista.
Con una mínima actuación logra expresar la sensación de lo eterno, la calma solemne y ambivalente del ángel posando como un pájaro, pero, también de lo caduco a través de la constante presencia de la ruina. Porque aquellas ruinas tenían su historia: unos hechos que comienzan con el zafarrancho que se organizó en la misa de aquel domingo otoñal ya entrado el SXVI, cuando una vieja del pueblo fue forzada a abandonar los sitiales reservados a los duques del infantado, feudatarios de aquellas tierras. Todos a una los feligreses juraron no volver a pisar esa iglesia y decidieron construir una nueva entre los vivos y al abrigo de los vendavales marinos, tierra adentro, en lo que hoy se denomina Bº la Iglesia. Hubo pleitos y más pleitos y, finalmente, se decidió quitar la silla en cuestión pero el pueblo ya había decido abandonar la parroquia antigua y trasladar el culto a la ermita de S. Juan (que hoy ocupa el Ayuntamiento).
Tardaron dos o tres siglos en hacer la nueva iglesia, a costa de su día de fiesta y aquella quedo abandonada.
Tiene una cuesta pendiente y escaleras para acceder. El interior tampoco está adaptado para personas en silla de ruedas.